"Concédeme, Señor, serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las que sí puedo y sabiduría para distinguir las unas de las otras". Kurt Vonnegut, Matadero cinco

23/1/13

No sé dónde voy, ni de dónde vengo...

...Solo tengo en mis manos este viejo recuerdo."

Acabé el primer semestre. El penúltimo de mi vida hasta nuevo aviso. Todo bien, aunque me inquieta mi habilidad para mejorar mis notas haciendo cada vez menos. ¿Cómo coño es posible?

No sé de qué venía hoy a hablaros. Tengo un revoltijo de cosas en mi cabeza, removiéndose, dando flashazos, chillando, como a veces imagino que estaba la cabeza de Alex cuando Melania lo captaba. Muchas cosas, muchos sentimientos, buenos, malos, regulares, todos ahí centrifugando. Es que pienso en muchas cosas. Amor. Amistad. Sueños. Futuro. Cantar. Expresar. Destacar. Desgarrar.
Siempre me ha gustado cómo suena esa palabra, desgarrar. No sé. Está siempre en mi cabeza. Me gusta cómo suena.

Sueños. Esta semana puede que finalmente llegue el fallo del concurso al que me presenté con mi última historia. ¿Ganaré? No lo sé. Me interesa más saber en qué posición habría quedado. Si no gano, me gustaría saberlo, aunque sé que no puedo saberlo. Por un lado querría ganar, porque es una oportunidad y es lo que siempre he querido. Por otro me da un miedo terrible. Pero no sé. Siempre fantaseas en tu cabeza con estar ahí. Con hacerte notar, con no ser una más en el montón de gente. Quieres ser distinta y que los demás lo vean, que te recuerden. Pero cuando tienes esa posibilidad, sales corriendo. Te da vergüenza. Siempre digo que para mí escribir es como desnudarse. Estás expuesto a quien te lee. Es algo muy personal e íntimo para mí, y no estoy segura de si la gente que alguna vez me ha leído puede entenderlo. Quizá es que en realidad no se dan cuenta de hasta qué punto yo estoy en mis historias. Creo que solo con leerlas mucha gente podría conocerme mejor que hablando conmigo. Siempre lo digo. Yo soy mis personajes. No al 100%, pero una parte de mí está en ellos. Por eso mis historias son un pedazo de mí. Y eso no se puede dar a cualquiera. Pero al mismo tiempo quiero hacerlo. Sigo pensando que escribiendo tal vez consiga un día ayudar a alguien. No me refiero a libros de autoayuda, no. Pero no sé... Quizá algo mío pudiera abrirle los ojos a alguien, darle esperanza y fuerza para enfrentarse a la vida. El You're not in this alone de My Chemical Romance, eso. Yo quiero hacer eso. Me importa un pimiento las formas, si gusta o no. Si le sirve a alguien, bastará.


Y no sé qué más decir ya. Lo que acabo de escribir lo he dicho ochenta mil veces, pero es la verdad.

En cuanto al amor y la amistad... Solo que últimamente no puedo evitar pensar que el amor no me sirve ya para nada. Es triste. Llegas al punto de querer evitarlo. Te haces a la idea de que tú estás aparte de eso, de que no te va a tocar a ti. No por nada. Oye, quién sabe, quizá entre los miles de millones de personas del mundo haya una que sea capaz de entender el puzzle que tengo entre ceja y ceja y me ayude a encajar las piezas. Quizá exista la persona con la que pueda hacer el cabra y partirme de risa mientras vivimos aventuras. Quizá exista la persona a la que pueda abrazar todo el tiempo del mundo mientras estamos tirados en el sofá. Pero de momento no. De momento no existe. Y no voy a amargarme la existencia pensando en si existe o no o si voy a estar sola para siempre o no. El amor empieza por amarte a ti mismo y a ser capaz de convivir en soledad. ¿Por qué esa urgencia de buscar pareja cuando ni tú mismo te conoces ni te aguantas ni estás preparado para algo así? Todos queremos cariño. Todos queremos amor. Todos queremos ser felices.
Pero, tío, no sé si ya lo sabía o si lo he terminado aprendiendo con el tiempo, pero nunca, insisto, nunca debes dejar que tu felicidad dependa de una persona, ya sea novio, amigo o familiar. Tienes que ser feliz por ti. Tienes que luchar por ti, salir adelante por ti y vivir por ti, no por otro. Yo a veces saco las fuerzas por alguien o algo, eso es cierto, pero no puedes convertirlo en tu modo de vida. No puedes vivir para otros. Porque nacemos y morimos solos, a fin de cuentas. Nosotros tenemos que aguantarnos día tras día, nosotros tenemos que consolarnos, tenemos que lidiar con nuestros días malos. A veces ocurren cosas que por más que intentemos explicarlas nunca conseguiremos que otros las entiendan. O al menos eso me pasa a mí. Las palabras no sirven para todo. Nadie es igual a otra persona, todos somos diferentes.

Por eso, y por narcisista que suene, ahora mismo si debo querer a alguien, ese alguien seré yo misma. No me humillaré por nadie, no me hundiré por nadie, no cambiaré mi rumbo por nadie. Porque al final todo depende de mí. Yo soy quien elige. Nadie me condiciona, nadie me ata, nadie me dice cómo debo sentirme.

Y me temo que a veces la gente se olvida de ello. Se olvida de que, en el fondo, todo depende de nosotros, y no de terceras personas.

Porque yo muero por querer a alguien y que alguien me quiera a mí, pero la vida pasa. ¿Voy a quedarme en un rincón llorando por no tener a alguien a mi lado? Pues no. Puedo ser feliz sin eso, lo soy.
Y el amor es algo muy relativo. Yo quiero a mis amigos. Quizá no sea una relación de pareja, pero les quiero con toda mi alma.

Y en el fondo no necesito nada más. Por ahora no.
Estoy harta de necesitar. Es hora de que me necesiten.

No hay comentarios:

Publicar un comentario