"Concédeme, Señor, serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las que sí puedo y sabiduría para distinguir las unas de las otras". Kurt Vonnegut, Matadero cinco

3/6/16

No hago nada

No hago nada.
No hago el huevo.
Tengo 25 años y no trabajo.
Tengo 25 años y no hago nada.

Cosas como estas son el pan mío de cada día desde hace bastante tiempo. Concretamente tres años, porque justo hoy hace tres años que me apunté al paro, unos pocos días después de mi graduación en la universidad. Qué forma más brillante de celebrar el fin de una etapa, ¿verdad? Lanzarte en plancha hacia la realidad. Enhorabuena, has invertido años y años de esfuerzo en una carrera que nadie valora, ahora es el momento de que te dejes de gilipolleces y que pases por el puto aro de una vez. No tienes trabajo. No estudias. No sabes hacer nada.
Y da igual que quieras saber o que intentes saber, da igual que luches, porque la respuesta será siempre la misma: ¿para qué? Esto no es lo tuyo. No haces el huevo. No haces nada. Eres una inútil.

Y tú no eres una inútil. En tu corazón lo sabes. No lo eres.
Pero la sociedad ya se encargará de quitarte esa idea de la cabeza si no sigues sus reglas. Si no trabajas, eres inútil. Si luchas por lo que quieres, eres un pardillo y estás loco. Si estás perdido y dudas, eres inútil igual, porque a tus años ya tendrías que tener claro lo que quieres y hacerlo, a tus años tendrías que estar trabajando en algo con salidas, tener un buen sueldo, amargarte si no lo tienes y amoldarte a la marea humana de pesimismo y resignación, a su eslogan: "es lo que hay, no puedes aspirar a más. Ah, y da gracias".

A tus años, a tus años... ¿Por qué no analizamos eso? Desde pequeños, nos están metiendo la presión de elegir. Elige tus asignaturas. Elige tus estudios. Elige tu futuro. ¿Tu futuro? ¿Qué futuro, el que quieres de verdad en tu corazón o el que te imponen? Nos llenan la cabeza de que podemos y debemos elegir, pero cuando lo hacemos se nos tiran encima. "Eso no". "Nunca lo conseguirás". "No tiene salidas". "Vas a ser pobre". "Nunca podrás hacer tal o cual cosa". Nos presionan para que demos el paso, y cuando lo damos nos ponen la zancadilla para vernos en el suelo. Nos levantamos, nos la ponen otra vez. Y cuando ya no nos levantamos, se nos critica por ello. "Eres un vago, no haces nada, ¿por qué no haces algo con tu vida?". "¿Por qué eres tan negativo?".

¿Sabéis qué? A la mierda.
Nadie nace negativo. Nadie nace triste, nadie nace rendido. Es el mundo el que nos tumba. Somos nosotros los que nos levantamos, sí, pero parece que a veces a la gente que no le da la gana de levantarse le gusta agarrarnos del pie para que no lo hagamos. Para que no podamos seguir caminando hacia nuestras metas, para que nos quedemos allí con ellos, aspirando su negatividad como si fuéramos fumadores pasivos. Para que se nos contagie la mala onda y acabar rumiando su mismo mantra. "Es lo que hay".

Pues no, gente. No es lo que hay. Ni de coña. Este mundo no es lo que hay. El mundo puede cambiar, nosotros podemos cambiarlo. Podemos cambiar nuestras circunstancias, podemos luchar por una vida mejor. No dejéis que nadie, NADIE, os convenza de lo contrario. Si os tumban, levantaos. Si os caéis, levantaos. Sed fuertes. No escuchéis las voces que ahogan vuestra esencia, lo que sois en realidad. No dejéis que la gente os controle así, no dejéis que os hundan los sueños y las esperanzas.
No dejéis que vuestra alegría y vuestra motivación se esfumen por culpa de gente demasiado cobarde como para no levantarse a ver lo que le ofrece el mundo.

¿Y qué si nos equivocamos? ¿Y qué si es difícil? ¿Y qué si hay que esforzarse mucho? ¿Qué, lo queremos todo fácil y ya está? No, señores, esto es la vida. La puta vida. Y como en cualquier historia, nadie llega al desenlace sin pasar por el nudo. Lo que no puede ser es que se nos critique por creer en nosotros, por creer que podemos lograrlo, y también se nos critique si el peso del mundo nos obliga a parar porque ya no creemos.

No podéis decirnos "no puedes", hacernos creerlo, hundirnos en la más profunda de las crisis y luego decirnos que por qué no movemos un dedo. No podéis apuñalarnos y luego quejaros de que no nos curamos las heridas. Eso es hipocresía.

Un día llegaremos lejos. Seremos fuertes, tan fuertes que vuestros golpes no nos harán daño. Ya lo somos. Somos fuertes porque fuimos débiles, y no nos importa decirlo. No nos avergonzamos, ni de las cicatrices ni de los errores, todo ello nos ha llevado a lo que somos hoy. Somos humanos. Cambiamos constantemente, nos movemos constantemente.
Somos libres. Y si vosotros no queréis serlo porque preferís meteros con los que lo intentan, no es nuestro problema. La vida solo es una, y no hay tiempo para perderla con gilipolleces o pensando en lo que opinan los demás, a la mierda las opiniones.
La meta es ser feliz. Estar bien con uno mismo. La meta no es el éxito, la meta no es contentar a los demás, la meta no es la aprobación colectiva, la riqueza, estar a la última. La meta no es cumplir con todas las ridículas exigencias de una sociedad que no busca otra cosa que homogeneizarlo todo y destruir la diversidad.
La meta es ser feliz. La meta es ser uno mismo. No lo olvidéis nunca.

Tengo 25 años. He escrito catorce novelas y estoy escribiendo la decimoquinta. He corregido dos ajenas a mí (porque las mías me las corrijo yo, claro). He maquetado dos. He diseñado la portada de una. Me he sacado una carrera en cuatro años con una media de 8. He hecho prácticas en una editorial. He ido a dos presentaciones para promocionar un libro en el que aparece uno de mis relatos sin estar obligada a ello. Promociono mi novela por internet yo sola, sin ayuda. Desde 2013 me encargo de las tareas de mi casa, aunque ya lo hacía antes, mientras estudiaba, porque estudiar nunca ha sido una excusa para no colaborar, del mismo modo que trabajar no debería serlo tampoco. Paseo a mi perro, hago la compra, me preparo mi propia comida y muchas cosas más.

Pero no hago el huevo.

No, señor.
Lo que no hago es el huevo de otros. Lo que no hago es dejarme arrastrar por la negatividad de otros. Lo que no hago es renunciar a ser yo misma por tener contentos a unos pocos o por miedo a que se rían de mí. Lo que no hago es rendirme. Porque tengo una meta, una motivación, una razón para continuar. Porque tengo el apoyo de los que me quieren, y eso es un plus. Porque creo en mí misma y en mis habilidades. Porque sé que, si no tengo un "trabajo", lo cual no es cierto, es porque es el mundo el que no quiere creer en mí y darme la oportunidad de demostrar lo que valgo. Pero me da absolutamente igual. Si no me dan la oportunidad, yo haré la oportunidad. Me caeré mil veces, pero me levantaré mil y uno, porque un puñado de palabras repetidas hasta la saciedad y sin sentido para mí no pueden herirme.

No hago nada. Cierto. Yo estoy haciendo algo. Estoy haciendo mi vida, la estoy viviendo.

¿Puedes decir tú lo mismo?

2 comentarios:

  1. Olé, olé y olé .A mi no me cabe la menor duda de que llegarás mejor,porque eres muy grande !!!Te quiero hija

    ResponderEliminar
  2. Me has dejado sin palabras.
    Las tuyas lo dicen todo.
    Olé tu!

    ResponderEliminar