Antes de ponerme a hacer lo que suelo hacer la mayor parte de las tardes (trabajar), quería dedicar una entrada a una situación que me molesta mucho y que de todas formas no podré arreglar desahogándome aquí. Pero bueno, este es un blog, mi blog, y si aquí no tengo la libertad de escribir lo que quiero, no sé dónde la tengo ya.
Vengo a quejarme del poco reconocimiento que recibimos los trabajadores invisibles. Y con ello me refiero a todas las personas que dedican sus esfuerzos y energías a trabajos que todo el mundo disfruta como si surgieran mágicamente pero que, en cuanto aparece una sola persona dedicada a ello o que quiere dedicarse a ello, recibe el desprecio o la infravaloración. Esto podría extenderse a muchísimos trabajos (porque el ser humano es bastante desagradecido bastante a menudo), pero yo me estoy refiriendo a la industria del arte, la cultura y el entretenimiento. Me estoy refiriendo a todos los que trabajamos ya sea escribiendo, editando, corrigiendo, maquetando, actuando, montando vídeos, etcétera. Todos los escritores, actores, músicos. Todos los que dan su tiempo y su esfuerzo por sus sueños y a cambio son llamados vagos.
El otro día tuve la oportunidad de trabajar de extra en la grabación de una película "casera", por llamarlo así. Pero el ejemplo me vale para cualquier otro tipo de película. Las personas se sientan a ver la película, a pasarlo bien dos horas y si eso igual hasta reconocen el trabajo de los actores. Pero ¿solo los actores? ¿Son ellos los únicos que sacan adelante la película? No. Detrás de una película hay muchísimas personas en las que nadie piensa. Está el director del rodaje. Está el productor. Los cámaras, la gente de sonido, fotografía, vestuario, maquillaje. Los que hacen el montaje final. Los guionistas que escribieron esas palabras que os conmovieron. ¿Y qué tienen en común todas esas personas? Que han luchado por estar allí, han estudiado, se han preparado. Y seguro que, a pesar de todo, a pesar de deslomarse para hacer esa película, en algún momento tuvieron que soportar que algún listo les dijera "si tú no trabajas, eso no es nada". Lo mismo con el guitarrista que se machacó las manos día tras día hasta tener la habilidad necesaria para hacer ese solo que tanto os flipa. Lo mismo que aquella persona que escribió esa letra que tanto os llega al corazón. Lo mismo con la persona que escribió el libro del que se hizo esa película que vais a ir a ver al cine porque no tenéis nada mejor que hacer. Los libros, las canciones, las películas, los cuadros, todo está ahí, es real, se puede ver, tocar, escuchar, sentir. Pero ¿y las personas que lo han hecho posible? ¿Se estaban chupando el dedo? ¿Chasquearon los dedos y apareció el libro o la canción? ¡No! ¡Trabajaron para hacerlo real!
Tengo 23 años. Nunca he tenido un "trabajo", y no porque no lo haya buscado. Quiero ser escritora. Y no soy de las que dicen "quiero ser esto" y no muevo un dedo para conseguirlo. Llevo escribiendo desde los trece años. Tengo doce historias terminadas, las más largas rozan las cuatrocientas páginas, la que más tiempo me llevó hacer tardé seis años en terminarla. Participo en concursos literarios desde los diecisiete años. Envío manuscritos. Me apunto a talleres y cursos de escritura. Leo para mejorar mi técnica y enriquecer mi mente. Estoy escribiendo mi historia número trece, en la que llevo trabajando (¡sí, trabajando!) desde mayo del año pasado. He quedado finalista en un premio al que se presentaron 87 personas. Conseguí que uno de mis guiones se convirtiese en un corto-parodia que está en Youtube. Uno de mis relatos cortos fue leído en un podcast de literatura. ¿Con qué se queda la sociedad maravillosa en la que vivimos? Con las dos primeras frases, "tengo 23 años, nunca he tenido un trabajo". Gracias, muchas gracias, mundo.
Vamos a dejar clara una cosa: no tener trabajo y no trabajar NO es lo mismo. Todas, todas esas personas que veis con una guitarra a cuestas, todas las que se pasan el día al ordenador dándole vueltas a una trama para que cuadre, todas las que veis estudiando arte dramático, danza, música, artes visuales/escénicas, bellas artes, TODAS están trabajando. Aunque a vuestros ojos no tengan trabajo. Aunque os parezcan unos vagos que viven del cuento y tienen pajaritos en la cabeza. Los pajaritos importan, pero no son los pajaritos los que consiguen las cosas, sino el trabajo. Si Tolkien no hubiera trabajado durante décadas, El Señor de los Anillos no existiría. Si John Lennon y Paul McCartney no hubieran ensayado mil y un veces, The Beatles nunca habrían existido. Si Freddie Mercury y el resto no hubieran trabajado no podríais cantar We are the champions cada vez que vuestro equipo al que amáis a muerte gana la Champions. Si Steven Spielberg o George Lucas hubieran sido unos vagos no tendríais Star Wars ni Jurassic Park ni todas esas pelis que os encanta ver.
Los artistas, los que trabajamos en estas cosas NO somos vagos. Curramos igual que vosotros, igual que todo el mundo. Y al igual que todo el mundo, luchamos todos los días para que se nos dé una oportunidad de mostrar lo que valemos. ¿O acaso no es eso lo que todo el mundo busca, la oportunidad de poder hacer algo? Nosotros luchamos por eso, por llegar a nuestras metas, como vosotros. ¿Y qué si nuestras metas están un poco más alto o en otra dirección? Es mejor tener una meta que no tener nada. Caminar sin más no sirve de nada si no tienes intención de llegar a ningún lado, del mismo modo que no sirve decir "quiero llegar a tal sitio" y no moverte de tu pedazo de tierra. ¿Esperas que el destino llegue a ti? ¿Te quedas donde estás porque el camino promete ser complicado y duro? ¿Acaso no te vas de vacaciones al quinto pino aun sabiendo que te tocará chuparte un huevo de horas en coche? Sí, ¿verdad? Porque quieres llegar. Quieres llegar a esa maldita playa y espanzurrarte al sol mientras bebes un refresco. Eso queremos todos. Los artistas y cualquier persona. Queremos llegar al lugar que nos hemos puesto de meta. Y estamos caminando, aunque no nos veáis. Tal vez nuestra meta os parezca imposible, tal vez os parezca que no tenemos meta y nos limitamos a caminar sin rumbo como hace muchísima gente, pero no es verdad. Nosotros no sobrevivimos, nosotros vivimos cada paso que damos. Tropezamos, nos caemos, nos levantamos.
Y nunca, nunca olvidamos adónde queremos llegar, por difícil que sea.
Así que, la próxima vez que veáis a alguien y vayáis a llamarle vago o a echarle en cara que "no tiene trabajo", pensad en esto. Porque muchos trabajamos, aunque no se nos vea, aunque no se nos pague, aunque no se nos reconozca y nuestros trabajos sean invisibles.
Para que sigáis teniendo libros que leer, películas que ver y música que escuchar sin pensar un instante en que, detrás de todas esas letras, luces y melodías, está el esfuerzo de los "vagos", de los que creen en imposibles y no buscan "un trabajo de verdad". Para que, cuando vayáis al cine a ver una película, os levantéis en cuanto aparezcan los créditos, los nombres de todas las personas que colaboraron para que tuvierais vuestras dos horitas de disfrute. Para que cuando veáis un libro en un estante os quejéis de lo gordo que es y comentéis que el que lo hizo seguramente no tenía vida.
Seguro que os gusta que se reconozca vuestro trabajo. A nosotros también.
Seguro que os jode cuando no se os reconoce. A nosotros también.
Pero vosotros no cargáis con el estigma de vagos ni os dicen locos. Qué suerte tenéis...