¡Hola de nuevo a tod@s! Prosigo con las presentaciones de los personajes de Limón y mora. La semana pasada os presenté a Cosme y Fermín. Hoy le toca el turno a las protagonistas femeninas de esta historia. Con todos vosotros, Cristina y Adela:
Cristina
Cristina es una joven humana que compagina sus estudios de Enfermería con atender la panadería de su familia. Es alegre, dulce y algo ingenua. Además de eso sigue la estética gótica, por lo que podéis imaginar lo mucho que adora los vampiros. Su sueño es convertirse en una de ellos algún día. Esto choca con los principios de Fermín, que, sin embargo, no puede evitar sentirse atraído por ella.
La puerta se abrió con un chirrido y el tintineo de una campanilla, y se cerró con el mismo sonido.
—¿Hola? —llamó, intentando averiguar si ella estaría en la trastienda, haciendo caja o sacando una hornada nueva y caliente. Oyó algo parecido a pasos, lo que lo animó a dirigirse hacia allí.
—¡Fermín! —exclamó una voz aguda tras él, sobresaltándolo—. ¡Vaya sorpresa!
El aludido se volvió como movido por un resorte. Allí estaba, delante de él con su inconfundible sonrisa blanca como las nubes. Empezó a sentirlo, como otras veces. El temblor en las piernas. El calor. La sensación de que todo se congelaba a su alrededor salvo ella. Iba vestida de negro, como siempre, pero el típico delantal blanco que su madre le obligaba a llevar en la tienda lo ocultaba a la perfección. No tenía las manos manchadas de harina como otras veces. Fermín vio sus ojos, dos enormes y brillantes ojos azules clavados en él, esperando una respuesta.
Como curiosidad, Cristina está inspirada por el personaje de Amaia de Los hombres de Paco. Apareció en una única temporada, la novena, y la interpretaba la actriz Ángela Cremonte. Como podéis ver, fue una época en la que me influía mucho lo que veía...
Adela
Adela es portadora del "virus" que convierte a los humanos en vampiros. En el contexto de Limón y mora, para convertirte en vampiro uno de ellos debe morderte y mezclar su sangre con la tuya. En el caso de que solo te muerdan no llegas a transformarte por completo, lo cual es una gran p*****. Es lo que le ocurre a Adela, a la que no le afecta la luz del sol y puede seguir alimentándose como una humana, pero que al mismo tiempo siente la necesidad de beber sangre. Es una situación delicada, porque no encaja ni en un mundo ni en otro. Por supuesto, no es una vida que haya elegido a propósito, sino que se vio forzada a ello...
—Hace dos años, un vampiro me atacó al salir de clase de piano —explicó—. Quería matarme, y estuvo a punto de conseguirlo, ¿sabes? —Se apartó el pelo para que Cosme viera de nuevo su cicatriz—. Empezó a beber y casi me dejó en los huesos… Pero entonces alguien lo apartó y lo empujó lejos de mí.
—Fermín… —adivinó Cosme, estupefacto. Adela asintió con una media sonrisa.
—Sí, fue él. Estaba muy débil, y él me cogió sin conocerme de nada y me llevó al hospital. Se quedó conmigo hasta que avisaron a mis padres. Al final resultó que ese vampiro no me había infectado, o sea, no mezcló su sangre con la mía ni me la dio a beber, algo que me parece bastante normal…
—¿Normal?
—No quería convertirme, quería beberme, ¿recuerdas? —replicó Adela con sarcasmo—. Debió de huir en cuanto Fermín vino a ayudarme. Pero no me salvé del todo. Soy portadora.
—Ah, claro…
(...)
—Siento mucho lo de la otra noche, en serio —soltó ella de golpe—. Estoy intentando controlarlo, de verdad… Nada me gustaría más que poder llevar una vida normal como la que solía tener. Lo siento.
No tengo muchas curiosidades respecto a Adela. En un principio iba a tocar la viola en vez del piano, no sé por qué lo cambié. Físicamente, está inspirada en alguien que conozco. Su nombre es por el personaje interpretado por Natalia Millán en Un paso adelante. Como ella, Adela es un personaje con sus fuerzas y sus debilidades, pero dispuesta a todo por los que quiere.
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